Los peligros decembrinos 2.

 

Como venía diciendo, en otro diciembre a este personaje le sucedió con un primo en navidad en unas vacaciones y mucho antes de que terminara el bachillerato en el colegio en donde estudió, un hecho que aunque no entendió en su momento, y que le deparó después  la idea de que ha tenido un enemigo oculto que lo amenaza disimuladamente aparentando los yo no fui; mientras se complace con ello  enviándole personajes extraños y raros, así como lo hacen los políticos con sus mensajs a sus adversarios y los que actúan en comparsas de mala fe que van desde esquiroles de toda índole hasta imaginarios que andan engolonozinados con la creencia de que haciendo el favor se ganarán una la lotería.

Luego de salir de trabajar en un 24 de diciembre con el familiar que dije y que murió al poco tiempo por un accidente casual y/o preparado de antemano en Girardot, salieron a vender juguetes en una de las calles cercanas al Camellon del Comercio hasta las 12 de la noche y donde realizaron casi todo lo que llevaron, mientras llevaron el resto a la casa en donde vivían con otro primo.

Después decidieron regresar a la calle a donde funcionaba el comercio de la zona nocturna de esa época por los lados del ferrocarril y cerca de donde está una locomotora de esos años en recuerdo de aquellos tiempos. Y bien, el primo quería deleitarse aquella noche y pasar agradable en aquella ciudad en gestación que todavía era una población y puerto interior del país en donde también  murió un ex presidente tolimense de Colombia y que estudió en el mismo colegio del personaje que estoy comentando. El primo que conocía muy bien todos los sitios importantes y comerciales lo llevó a tomar unas cervezas a uno de los locales en donde estaba atendido por una mesera joven a quien le habló al oído y sin mediar palabras les sirvieron dos cervezas, mientras dijo: 

- Primo, tómese esta cerveza y las que alcance mientras regreso. Me voy a acostar un rato con ella.

Cómo comprenderán a estas horas de la vida es muy difícil recordar los nombres, me lo comentó este. 

- ¿Van a hacer el amor?

- Si, Primo, contestó. No me demoro.

A esas horas el local estaba solo, y apenas se sentía la música de aquellos tiempos, y que era común en este tipo de negocios. El sitio parecía una casa común en donde a la entrada se veía el negocio y más adentro y escondido habían unas cuantas mesas con sus asientos para los llegaban a ser atendidos, y al fondo se veía un patio con  dos piezas, y en una de ellas se encontraban el familiar con la muchacha. No habían transcurrido mas de diez minutos cuando entró un policía ya mayor y con alicoramiento o drogado, y enseguida le llamó la atencion. 

- ¡Hey! ¿A qué se dedica?

Y con revólver en mano lo obligó a que fuera a un rincón de la pared para requisarlo . 

Ante la bulla hecha, el primo salió con la muchacha a ver qué pasaba, y a quien obligó también a ir al lado de este, sin dejar de amenazarlos con el revólver a los dos muchachos. Estaba en esas cuando entró otro dándole órdenes al policía de que los dejara tranquilos.

- ¡Váyase le dijo! En un tono de orden.

Enseguida les pidió disculpas y los invitó a tomar otras más, para así saldar el susto que acababan de pasar a cuenta de aquel agente medio chiflado. Según les contó, era el dueño de aquel local y de otros en el sector. Y claro que esas provocaciones en donde hay vecinos que buscando en ríos revueltos para justificar lo que hacen de manera soterrada, acuden al miedo que han creado entre todo el grupo de comparsas y así con algún otro trabajo lo puedan inducir mediante la rabia a un síncope cardíaco o de cualquier otra artimaña que ejecutan a diario, y así provocar la muerte. 

- ¡Desgraciados! Diría  otro que se diera cuenta de lo que se le están haciendo a un familiar. 

El primo terminaría muerto a los pocos años y de una forma accidental cuando quiso ayudar a una niña seguramente de una rabieta de su papá, y que curiosamente según parece, era un policía. Así me lo contó aquel amigo que digo. Sucede que se subió al galpón de la casa de donde vivían y cuando  pretendió ayudar para evitar un accidente fatal, se resbaló y cayó al piso de la vivienda, y se zafó los riñones. Murió después de aquel suceso muy joven. Y lógico que el amigo ha sido un mal pensante por los hechos que le han pasado en la vida, porque podría pensar que lo sucedido fue para tapar otro delito grave y de vida.

Son casualidades muy extrañas cuando le pasan con frecuencia a alguna persona en particular, y que lo hacen recordar a uno de aquel amigo que lo drogó de joven en contubernio con autoridades policiales, y en donde abusó de la confianza que le tenía. Y que se parecen a esos festines que se organizan en algunas urbanizaciones y también en las calles para desestabilizar a otro de esa forma, haciendo esto los que cometieron otros delitos hace más de 50 años con fines maquiavélicos, para lograr el propósito que nunca han logrado conseguir: "Un asesinato perfecto".