Un aguacero y adiós...

Tal vez en la mayoría de las ciudades de Colombia los aguaceros que a veces suelen ser fuertes tengan el inconveniente que con los chapuzones haya problemas para la prestación de alguno de lo servicios públicos y así  los perdamos, mientras los encargados de solucionar las emergencias logren hacer el restablecimiento de ellos. Lo que no es normal es que sean frecuentes y que tengamos que soportar hasta seis o más horas para el restablecimiento como es el caso de la energía eléctrica que en el sector en donde vivimos hayamos durado más de la cuenta, por casi hasta veinte horas, para que nos coloquen la electricidad, servicio tan fundamental para el sostenimiento de los hogares y los mismos negocios que funcionan en el sector, y que nunca haya habido una solución perfecta para una ciudad que goza del prestigio internacional como lo es Ibagué, conocida por el folclor y por toda la experiencia agradable que viven los turistas,  y a pesar que la atención se restringe en las horas del medio día, que tampoco debería de suceder; y que nos desconcierta cuando decíamos en otra ocasión en estos mismos blogs que Ibagué era un vividero en donde todo mundo se amañaba, y aunque resultamos siendo víctimas de la misma delincuencia. Cuando llueve a torrentes así como la borrasca que hubo ayer hasta el servicio del agua se raciona por la turbiedad y por el peligro que representa para la salud, y como en el caso de la luz, ayer mismo lo vivimos nuevamente, cuando estábamos programados para hacer algunas cosas por Internet porque llegó el aguacero y adiós a la luz porque vimos interrumpidos nuestras labores en un fin de semana con puente festivo. Que exista un transformador que presenta problemas por el recalentamiento que según parece es la falla de muchos años, y que no sucedía así con mucha frecuencia hace más de veinte años, tal vez porque está muy recargado con todos los conjuntos que hoy existen en el sector, o por fallas de los mismos encargados de la prestación de este servicio, o por los mismos políticos que solo acuden a la ciudadanía cuando necesitan los votos para elegirse, pero no para dar una solución definitiva, que cada que hay un aguacero fuerte tenemos que resignarnos a varias horas sin dicha prestación del servicio, y que perjudique nuestras actividades más elementales para nuestra subsistencia en una ciudad que se precia de ser excepcional, pues el escenario de los encuentros internacionales del patinaje, de uno de los folclores que más influencia tiene en el interior del país, los mejores tamales que existen, los exquisitos bizcochos, la mejor lechona,  y muchas cosas más que dependen de la electricidad, y que si llega un aguacero, adiós a todo eso. Vaya desgracias las que tenemos que vivir en pleno centro de la ciudad acogedora y amable con que se nos conoce a los que llegan de paso, o a vivir, y eso sin contar con el desempleo. Un chapuzón y listo. Adiós.

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