Mis días en un hospital 10

 

deautista | Martes, 14 de febrero de 2012 | |

Aquí en este hospital estuve durante dos largos meses que me parecieron a un infierno. Sentir la zozobra de otros y la de uno mismo en medio de un amplio salón atestado de pacientes, enfermeras y médicos, es algo a que nadie se le desea. Mucho más, cuando Ud. tiene las vertebras fracturadas y anda loco. Y además que supieran la historia de uno de “p” a “p”  en un santiamén, como si lo conocieran a uno de toda una vida, es algo terrible. En una ciudad cosmopolita donde pareciera que si alguien va a buscar a otro, tendrá que hacerlo como buscando una aguja en un pajar. Y a mi, sin embargo, ya estos médicos sabían todo. Incluso como en las cárceles que cuando un reo entra -y así lo cuentan las historias que me han llegado desde el umbral de mis conocimientos- ya sus otros compañeros de cárcel lo tienen todo negociado. Así parece que sucedía hace muchos años porque los tiempos han cambiado, y al Ud. llegar donde sus carceleros deja todo lo que tiene en la mano de un encargado de esos centros de reclusión. En aquel hospital perdí mi ropa, aunque a veces dudo. Un vestido de paño que tenía nunca apareció , y gracias a que Primorov me llevó una pijama rota y destartalada pude dormir en medio de aquel incomprendido centro de atención a los pacientes que necesitábamos urgentemente  de una atención inmediata. Yo estaba loco. aunque ahora concluyo que había sido drogado en esas calles, y había sufrido tanto sicológicamente que creo que mis perseguidores nunca creyeron que yo regresara a la normalidad. "Y todavía se lo creen ahora que lo estoy reescribiendo  y publicándolo en este nuevo blog"

Por aquí cerca de donde escribí este blog en Hoy,es,  un personaje parecido a uno de los vecinos de aquel interior que el "Embrujado" ha dado en llamar "La Casa Embrujada" , y que trabajó en la F.A.C. (Fuerza aérea colombiana), incluso creo que fue pensionado por ese organismo estatal , me preguntaba como si me conociera desde siempre:

-¿Y cómo dejó el alcoholismo? ¿Y cómo sabía que estuve alcoholizado? Para nadie es un secreto que lo fui, pero como dice el refrán popular: “Nadie sabe de la sed que otro tiene”. Y es muy probable que muchos de los alcoholicos hayan llegado hasta allí por situaciones personales que hayan vivido, y que incluso la gran mayoría de las veces se debe a esos conflictos de familias. En fin. Tan parecido a mi vecino, y justo aquí, en esta ciudad.

La marca que vengo diciendo ha sido escabrosa. Desafortunadamente para los que me llevaron a esa situación, y para aquellos perrunos que pretendieron ganarse conmigo la lotería, como dicen por ahí los cazadores:

- “Les salió el tiro por la culata”. 

Digamos que “Tacaron burro”, muy al estilo de los jugadores de billar. Porque el autor a pesar de haber sido durante estos veinte y más años zaherido física y sicológicamente, también ha sabido sacar su conclusión:

"Existe un estraño estigma de familia que comenzó desde niño, y todavía no termina". No somos delincuentes ni pretendemos serlo a pesar que muchos nos miran por ahí con rabia. En “La Casa Embrujada“sucedió lo mismo.   No será que les duele que estoy contando estas historias que se han sucedido durante años de años, que incluso ya perdí la cuenta, pero que no pretendemos callar a pesar que a otros les incomode.

No sean delincuentes. Que a uno lo amenacen en la calles vecinos y pelafustanes, que me hayan dañado empleos y negocios, porque si quisiera ir a contar en cuántos negocios a pesar de lo que les he ofertado con mis mercancías que produzco, estos  las han vendido muy bien; pero que como hay interesados en que sea bloqueado económicamente , porque seguramente les interesa más hacerme aparecer como un ladrón o limosnero,  han resultado algunos de ellos casi que arrojándome las puertas sobre mis narices, como si en verdad yo fuera su enemigo. Así, quién no se enloquece.

En fin, hay muchas cosas más que contar sobre mis días en aquel hospital que las he ido contando en otros blogs, que no valen la pena repetirlas.

Solo baste decir que me escapé por que querían llevarme para el manicomio que allí funcionaba. Y que si alguien  revisara nuevamente lo que aconteció desde que me conozco en este mundo, a pesar de haber sido un autista, solo queda el mal sabor de unos personajes siniestros que han aparentado ser otros.

O quieren que cuente esta historia. Según el “rum rum” del Embrujado le han tenido así durante casi toda su vida. Ese está loco, dirán. Yo por lo menos puedo decir que por más amenazas de estos inquisidores, no van impedir mis propósitos que no son más que las de contar lo que he vivido, y lo que otros han pretendido conmigo.

¿Cuánto se van a ganar? ¿O cuánto se ganaron?

Desgraciadamente en este país, y en estos pueblos, cualquier rufián le puede a uno salir gratis por cuenta de otro a amenazarlo. Ya lo he vivido en otras tierras.

Y claro que así son los pensamientos de un paranoico, para que no lo vayan a tomar en serio.

Da miedo.

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