Crónicas de calles 4.

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Así como los griegos que fueron los primeros de los conceptos de lo que conocemos de la polis o ciudades estado, somos producto de estas y por consiguiente de las calles que son las mismas manzanas atravesadas por estas que las conforman  con sus administradores en el centro de cada una de ellas y erigidas en su momento en adoración de algunas deidades mitológicas de una sociedad en la que nosotros como herencia nos formamos y que siendo diferentes, parecieran que fueran las mismas. Nuestras sociedades como las polis de los griegos tienen su origen en ellas. Esa es nuestra herencia que a unos les satisface y a otros no, por algún motivo. Lo mismo que nuestros orígenes nos satisfagan, o no. Algo parecido a las historias de los judíos que fueron y han sido perseguidos, y que como venganza ahora estos persiguen a los palestinos que no tienen a dónde vivir porque ahora se están tomando a Gaza como consecuencia del brutal ataque que hizo Hamás el 7 de octubre con más de 1.200 muertos por su parte, y que los palestinos llevan más de 10.000 muertos como secuela de lo sucedido y en su gran mayoría los niños han sido las víctimas con mujeres indefensas de una guerra que comenzó siendo religiosa hace más de 2.000 años, y tal parece no tener fin por el poder sobre las tierras de unas etnias sobre otras. Así ha sido la formación de nuestros pueblos. Estaba muy joven cuando oí hablar de los guetos que eran el modo como algunos judíos vivieron lo mismo que los cristianos, y donde los palestinos parecen ser ahora los parias del mundo occidental. Historias que aprendimos afortunadamente muy  jóvenes casi que desde niños, pero que a algunos nos marcan cuando algunos de nuestros familiares nos echan a propósito un cuento, como sí nuestros orígenes fueran turbios y en los que bajo el rumor de esas calles, tal vez parecidas a las de los griegos, salen a relucir situaciones extrañas respecto a a lo que digo  que lo ponen a dudar hasta de las mismas sombras de uno. Verbi gracia en la que un tío apareció con su hija que no conocía con el simulacro de saludar a la tía con la que vivía este, en donde resultaron hablando de muchas cosas, y que medio de la timidez que gozaba en esa lejana juventud por no quererse uno mismo, por falta de autoestima formada en medio de una niñez en formación, la prima llevaba un libro a propósito sobre Treblinka como queriendo insinuar algo, que con el correr de los años se entra a dudar de sus mismos orígenes y mucho más cuando un primo sobrino de aquel familiar en alguna ocasión cuando necesitaba una referencia familiar para un empleo, este se negó aduciendo que no era de familia, aunque toda la vida le había dicho primo, y cuando Ud.. ha vivido una vida como si fuese prestada en la que salieron muchos a ofender, otros a provocar y el cual a buscarse algún negocio que pudieran conseguir, se comienza a dudar de sus orígenes y cree que eso se debe el rumor de esas calles que cuando no amenazan tratan por todos lo medios de convertirlo en una especie de sátrapa. Para acabar de completar, hubo un primorov con las características de ser un detective muy al estilo de James Bond al servicio de su majestad que en esas condiciones pareciera que se convirtió en una especie de sombra cuando le propuso acerca de una casa que vendían por detrás del cementerio judío de Bogotá en el momento que el papá le iba a dar una herencia y que fue robada de la manera más salvaje por esos informantes de malas muertes  que existen en las grandes ciudades y de los que se aprovechan los instigadores que están al acecho, a cuenta de otros que auguraron con sus tonos melodramáticos lo que iba a pasar, mientras el autor se convertía en una  especie de zombíe por el lavado de cerebro que le hicieron durante todo el tiempo desde que se conocía, debido al trabajo rapaz que otros hacían por esas calles y que ahora llama crónicas de calles porque da lo mismo allá que acullá, pero que han sido demasiado siniestras en las que gentes de malas pulgas le han salido, y que este contará unas cuantas que ni en un libro podría contarlas todas, porque igual que los judíos de ese entonces ya no se las creerían. 

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