Otros mitos y leyendas

La Madre Monte

No son los más importantes dentro del Tolima, como lo ha sido el Mohán, pero también hacen parte del acerbo cultural de este departamento entre los cuales se destacan el de "La madre Monte" o "La Madre selva" que bien podrían estar ubicados junto con los que siguen en los famosos cuentos de Horacio Quiroga u otro novelista o cuentista; por que en este caso tal vez a ninguno se le ha dado por dar el tratamiento literario que se merecen para hacerlos más universales, aunque de por sí solos, ya son parte de nuestro imaginario colectivo. Y es precisamente un mito de origen indígena que puebla muchas regiones de Colombia. Es la divinidad de los montañeros en los llanos, que como mujer corpulenta y de caminar ondulante al compas del susurro de los vientos, sus cabellos de helechos y lianas suaves, protegido por un sombrero de plumas y de flores, hace temblar a más de uno cuando la ven en esa figura de suave musgo y hojas verdes que se mueve entre aquellos parajes inhóspitos enojada cuando aparecen los pescadores, los cazadores y los aserradores de los bosques a destruir la naturaleza, o a los esposos infieles. Sus rabias producen tempestades que destruyen las cosechas y ahuyentan a los ganados causando toda clase de calamidades, y mucho más a aquellos que discuten por linderos que no les pertenecen.

La Patasola

Aunque en algo se parece a la anterior por ser una deidad femenina, es más terrible, pues esta es considerada por los campesinos como una fiera que se metamorfosea a su antojo. Puede parecerse a una mujer hermosa y sensual que es codiciada por todos los que se topan con ella. Y sin embargo, su mirada penetrante y agresiva la hacen muy temible. Mantiene rodeada de bejucos y culebras que vaga en medio de esas montañas con gritos lastimeros que al ser oídos por aquellos que se conmueven por sus llantos, los seduce y los termina devorando ferozmente. Por ser infiel a su esposo, cuando la encontró con otro le cortó una pierna y se la entregó a su amante en la profundidad de la selva para que pagara lo que hizo y muriera lentamente. Por eso son sus lamentos.

La Candileja

Lo mismo se podría decir de esta. Se dice que fue una anciana alcahueta condenada a vagar por los llanos y las quebradas, por los caminos reales y los caudalosos ríos, provista de una llama encendida que ilumina su paso en medio de esas noches infernales que se pueden dar en aquellas regiones adonde la selva se confunde con los seres que las pueblan y mucho antes que los gallos hayan comenzado a cantar en las madrugadas. Su castigo divino se debió a las indulgencias que tuvo con sus dos nietos a quienes les perdonaba sus travesuras sin mostrar ningún enojo, o les diera cantaletas por sus conductas reprochables, llegando al extremo de que un día la ensillaron como si fuera una bestia y la cabalgaron todo el día. Después de muerta la señora fue llamada a rendir cuentas por Dios por la falta de severidad con sus nietos, quien no la quiso admitir en el reino de los cielos. Por eso, su ánima en pena persigue a los borrachos, a los que andan en malos pasos, a los que perjuran contra Dios, y a los amantes que no cumplen con los mandamientos de la ley cristiana.

El Tunjo

Es un mito menor. Y tal vez porque se da en esas regiones donde los conquistadores encontraron culturas que habían desaparecido, pero que en orfebrería los indígenas tenían la forma de elaborar el oro, y muy posiblemente esa idea pudo trastocarse con ese anhelo que representó la leyenda de "El Dorado", que encegueció a más de un conquistador, y que con el tiempo posiblemente pudo transformarse en este mito, ya que son piezas prehispánicas y antropomórficas, que la oralidad lo transformó hasta llegar a nosotros así y como nos lo describen. Se presenta como la de un bebé inofensivo en la vera de los caminos reales, o en el cruce de un bosque de una quebrada, en las ruinas de las casas abandonadas, en las cachaqueras o los ríos del Tolima, asustando a sus víctimas, pues lo único que busca es posiblemente la protección de alguien que lo cuide, o lo mantenga a cambio de hacerlo rico.Y para que el escogido tenga el derecho a esto, al verlo llorando desconsoladamente no debe asustarse cuando lo persiga y se le monte en el caballo en que vaya, porque debe recogerlo y no dejar que hable tal y como según dicen los campesinos o indígenas tolimenses de raigambre:

-"Papá, mire que ya tengo ñentes".

Ya que enseguida abrirá su boca y dejará escapar una llamarada de fuego ante el estupor de su protector que huirá despavorido. Pero si sabe de este truco amargo, tendrá que hacerlo en la noche de un viernes santo en aquel sitio adonde se supone que ya ha sido visto por otros campesinos, y que al recoger la criatura, decir:
-Yo te bautizo en el nombre del padre y del hijo, y el espíritu santo.

Entonces mediante este conjuro podrá recoger este muñeco de oro entre rezos y conjuros que tendrá que guardar en una caja especial para que no se escape, y que se asemeja a las de las actuales creencias populares que existen para obtener fama y fortuna con los nuevos mitos construidos alrededor de las ciudades modernas.

Todos estos mitos y leyendas son parte de nuestro acerbo cultural, que también se parecen a nuestras creencias religiosas.




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