Lérida


Lérida

La historia de nuestros municipios están marcados por los nombres que los españoles les dieron o por los que corresponden a su origen indígena como es el caso del Tolima, o porque de acuerdo a las primeros pobladores que llegaron a construir una aldea como sitio de vivienda para sus familias en todo ese proceso de lo que fue la colonización, Lérida es el resultado de toda esa amalgama de sentimientos religiosos, de añoranzas por las tierras que algunos abandonaron para siempre en España, o de otros que como las de los mestizos, o las servidumbres que los conquistadores implantaron mediante los resguardos y la mitaya, o de la esclavitud donde los utilizaron para la explotación de las minas de oro o el cultivo del tabaco y la producción de textiles, en la que esta ciudad con sus gentes elaboraron el patrimonio cultural como acerbo a lo que hoy representan de nuestra nacionalidad, producto de las mismas relaciones de producción que con el tiempo la convirtieron en zona agrícola y ganadera como fuente de su economía doméstica.

Indistintamente sus diferentes nombres de Coloya, Peladeros, Nuestra Señora del Buen Suceso y Villa de Lérida desde su asentamiento hasta su fundación, evocan su nombre. Esta tierra cuyo origen fue dado por los encomenderos que bajo su arbitrio la fueron poblando luego de ser descubierta por el conquistador Sebastián de Belalcazar en 1.538, y que al tener noticias de las minas de oro en el país Panche, el 1 de octubre de 1.543 Alonso Luis de Lugo -hijo del adelantado- confiando en la historia contada por un indígena que se prestó como guía, le dio la orden al capitán Fernán Vanegas para que fuera a corroborar lo dicho por el aborigen, quien con 50 hombres bajo su mando llegaron adonde estaban las minas y comprobaron que decía la verdad, y por las características del terreno poblado y la abundancia de las plantas de bledo, la llamaron así junto con el río que la baña, y que también estaba habitada ´por los aborígenes Coloyas que eran orfebres y alfareros, razones por las cuales todos entusiasmados emprendieron la conquista y la fundación de las ciudades de San Bonifacio de Ibagué lo mismo que la de San Sebastián de Mariquita, que más tarde generaría noticias sobre la llegada de los franciscanos que la fundaron como localidad el 26 de abril de 1.690 en tierras donadas por el encomendero don José Zabala, y que luego de la quema de los ranchos originales tuvo que trasladarse a las de la hacienda "Peladeros" en 1.775, terrenos donados por la señora Manuela Arciniegas y fundada el 26 de abril de 1.690 bajo el auspicio del virrey Manuel Antonio Flores el 25 de junio de 1.777 que dio vida legal al nuevo poblado en medio de innumerables conflictos porque la economía neogranadina ante las nuevas leyes que impuso la corona española y la voracidad por conseguir más tierras, a donde los esclavos y los indígenas huían por los trabajos forzados en medio toda esa historia de violencia que ha tenido el país.

Tal y como nos lo cuenta Hugo Viana en su monografía histórica acerca de la población que sirvió de refugio a los miles de armeritas que tras la erupción del nevado del Ruiz en 1.985 y que permitió que fuera conocida en el mundo por su solidaridad y hermandad con los habitantes de la ciudad destruida de Armero para que se rememorara el origen de su nombre que en un día de 1.851 mediante votación popular se escogió con el de la homónima ciudad española de Cataluña gracias al empeño de un cura catalán llamado fray Maldonado que adujo el gran parecido que tenía con su tierra natal, además que generó la llegada de muchos españoles con sus familias que llegaron a rehacer las vidas, incluso cuando ya el tabaco era la principal fuente de subsistencia, y que terminó por quedar en las manos del ingles Vaughan que lo procesaba en pequeñas factorías para venderlo a algunas empresas que todavía tenían cuotas de exportación, que lo motivaron con la ayuda de Aparicio Rebolledo y su hijo Daniel a adecuar los terrenos mediante la conducción del agua por acequias que irrigaron más de medio millar de hectáreas, con tan buenos resultados que en los potreros crecieron razas vacunas importadas de Alemania y Holanda, que atrajeron la llegada de los españoles Sebastián Méndez, Sebastián Hernández y Guillermo García, quienes tomaron lotes en arriendo para el cultivo del arroz mecanizado que le dio progreso a la producción agrícola que sería la base para generar después el cultivo del algodón. Una hermandad que resurgiría con la amistad y el intercambio entre dos ciudades homónimas a lado y lado del Atlántico en la solidaridad con un pueblo hermano acaecido en la desgracia por la devastación que hizo la erupción del volcán nevado del Ruiz que para bien, a pesar del infortunio, incrementaría el beneficio a sus gentes con el atractivo de la visita del Papa Juan Pablo II y toda las ayudas humanitarias que atrajeron la atención del mundo en Lérida de los que se salvaron de la tragedia de Armero. Así ha sido todo el proceso del desarrollo social de este municipio que con su aporte engrandece la economía del Tolima y de Colombia. A pesar de todo, las crisis por las que atraviesa el país, siguen siendo el pan de cada día.

He aquí un vídeo publicado en You Tube sobre el himno de Lérida que rememora parte de su historia.

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