Los orígenes de
esta particular danza de El Espinal (Tolima), más conocida como bambuco fiestero, se remontan a 1940,
cuando en medio de las fiestas de ese año y acompañado del jolgorio de la
música de Emiliano Lucena y Eleuterio Lozano, Milciades Garavito Wheler compuso
el famoso bambuco. Es una expresión cultural vibrante y emblemática de El
Espinal, Tolima, que representa la alegría y el espíritu festivo de la región. Esta
danza y música folclórica se ha convertido en un símbolo de las festividades
locales, especialmente durante las festividades de San Pedro. Caracterizado por su ritmo acelerado y pasos de baile enérgicos, el bambuco
fiestero es una tradición que los espinalunos llevan con orgullo, marcando el
compás de manera distintiva, a menudo bailando descalzos sobre las calles
calientes. El famoso grito de
"¡iiiiiih San Pedro!" que acompaña
la melodía, se ha convertido en un llamado icónico que captura la esencia de
la celebración. Esta danza no solo es un desafío físico para los bailarines,
sino también una competencia amistosa entre músicos para tocar la melodía más rápida, creando una atmósfera de entusiasmo y competencia que es
contagiosa entre los bailarines para mantener el ritmo sin perder la
sincronización. Es más que una danza, es una tradición que une a la comunidad,
preservando la historia regional a la vez que la identidad cultural.
El San Pedro en
El Espinal es una carrera contra el tiempo, de los músicos por tocarla, y de
los bailarines por superar la barrera de los casi tres minutos que toda pareja de expertos se propone romper en cada muestra. En el territorio
de la Hacienda de Llano Grande - como se conoció a El Espinal antes de ser un
poblado- fue productor de algodón, gran parte de la población era de
ascendencia paisa, trabajadores que llegaban para la época de la cosecha, y
quienes en las celebraciones le añadieron este paso propio del pasillo, y de la influencia española.
La danza también
se distingue por ser el único bambuco que tiene un paso llamado valseo, el cual
se compone de una torsión repetitiva y veloz por parte de la mujer mientras es
sujetada por los brazos del hombre. Como la mayoría de bambucos, la coreografía da
inicio con un enamoramiento y en adelante todo se convierte en un juego de
coqueteos entre una joven campesina y su pretendiente. En la historia, los
jóvenes se mandan pequeñas muestras de cariño con el tono de mojigatería
propios de la tradición. Codos, ochos, la quitada del sombrero, la persecución
de él a ella y de ella a él, se acaban cuando el caballero rendido ante su amor
se arrodilla para suplicar correspondencia, y ella acepta levantando junto a su
amado el raboegallo, señal de su disposición para formar un hogar.
La vestimenta
tradicional para el bambuco fiestero es un reflejo de la riqueza cultural y la
historia de El Espinal, Tolima. Los hombres suelen llevar una camisa blanca de
manga larga con una pechera bordada en colores vivos, y pantalón de paño o
dril. Este conjunto se complementa con un cinturón ancho, un pañuelo rabo’e
gallo en satín rojo, un poncho o ruana calentana, un sombrero de pindo o
suaceño, y alpargatas tejidas en fique. Por su parte, las mujeres visten una
falda rotonda de amplia circunferencia decorada con cintas y flores en colores
contrastantes, y una blusa tipo cuello alto con pechera igualmente adornada en
cintas, encajes, flores y millares, con un bordado de flores central. Un tocado
de flores completa el atuendo femenino. Estos trajes no solo son un elemento
estético, sino que también están diseñados para facilitar el movimiento rápido
y ágil que requiere el baile, permitiendo a los bailarines expresar la alegría
y el dinamismo de esta tradición musical.
“Las fiestas de
San Pedro sobre todo son eso, son tradición, son cultura, son unión familiar”
recalca Fernando Cerquera, folclorólogo de El Espinal.
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