En los 140 años del natalicio del Ruiseñor del Tolima.

Por: Jorge Ancizar Cabrera Reyes.

"Parece que en el Tolima han estado buscando su poeta, lo que se llama un poeta, y no lo han hallado hasta la fecha. Y como no han querido verlo, pues está aquí, vamos a presentárselo al público indiferente: es Martín Pomala, y su mejor obra, obra perdurable, es su poema SANGRE". Manuel Antonio Bonilla R. Publicado  en la revista Arte, año 1934.  "Mi bohío  es el  alma de la selva discreta / y dialoga  en silencio  como un  anacoreta, / con los árboles  viejos... Un sueño  es mi bohío / bordado con espumas de  las olas del río / El río,  ése  poeta que me enseñó  en sus cantos / a velar  con sonrisas esotéricos llantos; / ése padre bohemio  cuyas ondas polífonas / fingen en su carreras aluviones  de antífonas..."

Su vida y su inmensa obra poética  hay que exaltarla, el  Poeta Martín  Pomala, fue un egregio hijo de Ataco, Tolima, que con su pluma contribuyó  en su tiempo a la literatura  universal.

Martín Pomala vivió en un ambiente geográfico que le ayudó a cultivar todo su pensamiento  poético. Dentro de este paisaje donde con su canto a la naturaleza, rodeado de fauna y flora, aprendió de la  musicalización de sus poemas en medio de los guaduales, los guáimaros, las acacias, guamos,  gualandayes, samanes, balsos, los almendro del parque de su pueblo junto con los maizales, cafetales y cañaduzales que en su producción le dan un  tributo de la tierra al hombre.

Martín Pomala,  fue un poeta terrígeno, lírico, eglógico, telúrico y taciturno, como poeta costumbrista que cantó  a la naturaleza, representadas en sus montañas ríos, arroyos y quebradas, a sus llanos, laderas, y a sus gentes, a su familia y amigos, caminaba por la Ciudad de Ibagué  con su bastón  su sombrero y también  lo hacía  en alpargatas ya en la edad madura, antes de su trágica  muerte. 

Según el escritor Gustavo Páez Escobar, en su artículo publicado el 19 de mayo de 1990 en el Diario El Espectador, señala: "Su madre fue la gran adoración  de su vida. Muerta ella, recibe duro golpe del que nunca se curaría. En Ibagué  trabaja como empleado  público.  Se dedica además  a la escritura  y la lectura.  Sobresale como sorpresa literaria del momento.  Felisa Carvajal, el inmenso amor de su vida, lo desdeña. A ella le dedica el poema Sangre, uno de los mejores de su producción.  Las penas las mitiga con licor". De las Elegías unos versos “Mas de pronto una voz, un alarido/ oí al través de la extensión lejana; / voz que bajo mi cielo florecido/ me portó el huracán, con un tañido/ doloroso y macabro de campana./ Era el grito fatal de tu caída,/ madre del corazón, piadoso y fuerte!/ Era que de las playas de la vida/ se apartaba tu barca combatida/ con rumbo a los abismos de la muerte!/ Era tu marcha –pobrecita mía!-/ para la Eternidad de donde nunca/ jamás regresarás, aunque en la vía/ fatal que me trazara tu agonía/ yazga mi vida desgarrada y trunca!."

El comentario a la foto publicada, fue hecho por el juicioso Investigador e  Historiador Floriberto Cardona: "Martín Pomala (Jesús Antonio Cruz) nació  en Ataco el 24 de Agosto de 1884 y murió  en Ibagué  en junio  de 1951. En 1917 se encontraba  interno en el Hospital  Neurosiquiátrico de Sibaté en donde lo visitó  Ernesto Saravia Matéus. Esta fotografía  apareció  en El Gráfico  el 20 de octubre  de 1917.

El mejor homenaje  póstumo, es con su poema: "EL BESO”.  “Ibase la estación hacia las sordas / y soberbias vorágines del Tiempo. / Y cabe las ustálicas paredes / de la heredad campestre y soñolienta, / en profusión colgaban los racimos / oblongos y morados de las uvas. / Sobre los sueños albos de las aguas / inmóviles y puras, bajo el viento / venido de las sierras, suave y dulce, / caían, vacilantes, secas hojas / desprendidas de lo alto de los árboles…. Un exiguo silencio doloroso / que al corazón de la floresta hería, / nos hizo presentir que tras los montes / iba el sol feneciendo. Por las rutas / húmedas y sombrosas no escuchábanse / pasar, de dos en dos, á los amantes / que en medio de los éxtasis supremos / las gracias dieron á la luna blanca / y á las estrellas pálidas, ausentes…. Toda labor sobre la madre Tierra / estaba ya cumplida; y al dormirse / la Tierra maternal, decía sus rezos. / Y sólo las esquilas taciturnas / á lo lejos turbaban locamente / la paz sagrada de los horizontes, / como colmenas de oro que en las épocas / de mieles rubias cantan y se ríen…. Y verde y olorosa la campiña / llenábase del múrice sangrante / que abandonaba el sol en el poniente. / Ahogamos nuestras voces; y tornando / el paso en lentitudes eficaces, / seguimos el camino que conduce / al corazón feraz de la floresta. / No sentíamos allí más que el deseo / solemne, vago y mudo de decirle / nuestras adoraciones a la Calma! Oh, qué desfallecer tan exquisito!.... Mas de repente, con extraños ímpetus, / hacia el cielo tus manos elevaste / y los toisones de tu cabellera / sobre mis ojos ávidos rodaron! / Y á pesar de tus gratas esquiveces, / yo recogí de entre fulgores blondos / el clavel enervante de tu boca!.... Y en medio de tus gritos y tus risas / de espanto, imaginé que había besado / el Sol, porque al través de tus cabellos / miré, con pasmo y con horror como una / ciudad de oro prendida por los bárbaros, / la falleciente gloria del crepúsculo….

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