San Luis


San Luis

La historia de este municipio se remonta a la época en que el capitán español Pedro de Alvarado bajo las órdenes del conquistador Sebastián de Belalcázar pisa estas tierras al fragor de sus batallas de conquista, dominio y pacificación, adonde vivían los indígenas descendientes de los Caribes, Itaimas y Jaguas de la tribu Poingos o Yaropongos, Calarmas, Demayaes y Panches, quienes eran  sus primitivos habitantes que en medio de traiciones respecto de sus tribus o de las guerras contra los usurpadores que finalmente terminaron por exterminar en 1.608 el último caserío indígena  de Los Jaguas por venganza, y aunque cualquiera pudiera creer que el conquistador antes mencionado  fuese el mismo que participó en la colonización de los Aztecas y en la ocupación definitiva de Cuba, solo sabemos que es posible que sea de la misma familia de los Alvarado que al momento del descubrimiento por parte de Cristóbal Colón, qué perdiendo sus títulos nobiliarios de hidalguías y por ende de sus tierras en España luego de la expulsión de los árabes, emigraron lo mismo que la gran mayoría de los conquistadores, muy empobrecidos a estas tierras en la búsqueda de las riquezas que tanto ansiaban en un continente que los resplandeció por sus riquezas,  en medio de un largo periplo contra la sublevación de los Pijaos  donde Diego Fernández de Bocanegra en 1.570 también participaría por ultimar el desalojo y posterior destrucción de estos aborígenes, y que luego bajo las órdenes de Juan de Borja en 1.604 sería el que culminaría con la destrucción a la nación de los indígenas que nunca llegaron a ser sometidos porque nuevos escarceos se seguirían dando en medio de la empresa colonizadora de los europeos en todo un continente al que hoy llamamos América.

San Luis pues, hace parte de ese largo proceso de conquista y tragedia que como todos nuestros pueblos hoy son el resultado de ese amalgama de culturas que constituyen la nacionalidad colombiana, que ya para el año de 1.700 existiendo las encomiendas propiciadas desde La Real Audiencia de Santafé de Bogotá en los años que se inició la explotación del cobre en la región con la traída de los primeros esclavos negros por José de Guzmán y Arce dio inicio a un poblado llamado Mina de la Esmeralda, mientras el hacendado Chapetón (nacido en España) Luis Gutiérrez hacía el montaje de una  extensa hacienda conocida como la de Contreras, y a la que sería trasladado todo el vecindario que se conocería con el nombre de La  Hacienda de Santa Bárbara de la Esmeralda adonde los habitantes obtuvieron el beneplácito del virrey Manuel de Guiror  para hacer el levantamiento de la parroquia el 14 de noviembre de 1.776  y quien durante el ejercicio del cargo incentivó el desarrollo industrial al prohibir la importación de las harinas traídas de otros países a Cartagena, para obligar así, a que los dueños de tierras improductivas las abandonaran para que otros las trabajasen, en tanto organizó el estanco del tabaco que quedó en monopolio del gobierno colonial para aumentar sus rentas; reformas de las que también se benefició este poblado cercano a Ibagué.

En 1.780 don Francisco de Villanueva, don Pedro Velásquez y don Nicolás de Herrera con la idea de fundar el pueblo compran el terreno a don Juan Ignacio Gutiérrez de Celis quien con tal fin nombró como representante suyo a don Luis Dionisio Caicedo, Caballero de la Real y distinguida orden de don Carlos II y Alferes Real de Santafé, según figura en la Notaría 1a. de Ibagué y donde vende los terrenos para los ejidos del municipio de San Luis  muy bien alinderados y amojonados  el 12 de noviembre de 1.800, teniendo como representante de todo el vecindario al cura párroco Mariano Lesmes; quienes además ya habían celebrado la fecha de la fundación el 9 de octubre de 1.780 con el nombre de San Luis en homenaje a don Luis Dionisio Caicedo y Flórez que siendo uno de los mayores animadores para su fundación terminó probablemente siendo propietario de la Hacienda de Contreras, y seguramente lo mismo que todo el vecindario, muy devotos de San Luis Gonzaga -un miembro muy destacado de la comunidad de los Jesuitas en el mundo- porque solo así se entiende que a una población se le haya colocado el nombre de un santo, ya que en la región y muy cerca en el municipio de Coello los jesuitas jugaron un papel importante en la época de la Colonia, pues se asentaron en el lugar llamado por esta razón "La Vega de los Padres"; y que terminaron por llamar así a San Luis, luego de su traslado del Rincón de Contreras debido a la insalubridad que existía adonde la anemia tropical por la anquilostomiasis y el paludismo que reinaban en los antiguos humedales que vivieron durante ese largo periodo que hubo para el surgimiento de la nueva población.

Luego don José de Herrán, alcalde de esta población compra unos terrenos planos el 30 de diciembre de 1804 para trasladar allí la parroquia de Payandé por el hermoso árbol de este sitio y que hoy debido a la explotación de la mina de Cementos Cemex, el corregimiento más importante de este municipio está en vías de desaparecer, comarca que en mayo de 1848 toma el nombre de Distrito de Melopia y en noviembre 2 de 1.884 pasa al distrito del Valle de San Juan. Más tarde, el prefecto civil y militar del centro del Tolima el general Manuel Casabianca, por decreto 147 de 11 de septiembre de 1885, dado en el Guamo su capital, segregó del distrito de Valle de San Juan la aldea de Payandé y la agregó al distrito de San Luis, erigida en Inspección de Policía Municipal en 1.922, y a corregimiento mediante el Acuerdo N° 002 de 1998.

Por su cercanía Ibagué la "Ciudad Musical" y el atractivo turístico que ha ejercido desde la época de la Colonia donde las seis cascadas de agua dulce y su naturaleza exuberante con que cuenta Payandé y todo el municipio de San Luis, por la maravillosa vista de sus paisajes y el calor apropiado de la que hace gala,  la han hecho merecedora de innumerables visitantes que en su diario acontecer la veían como la estrella de agua dulce de los cuatro ríos que la bañan, pero desde que se instaló la explotación de la mina cementera a finales de la década de los 60 luego que se corrió la voz entre el pueblo de una mentira piadosa que afirmaba que unas viejitas pensionadas de Bogotá querían comprar unos criaderos de chivos, fueron posesionándose de terrenos  y adecuándolos para la explotación de la caliza que ha afectado considerablemente la estabilidad de la región porque el agua con que contaba se ha disminuido hasta el 50% de su producción hidrográfica, y que terminaron por comprar muchos linderos entre Buenos Aires y Payandé, que amenaza con la destrucción de uno de sus corregimientos que lo que antes se consideró como un progreso para la economía por ser fuente de trabajo para innumerables familias, la desforestación y la tala de los bosques cercanos más la desidia de la autoridades nacionales en impedir que la explotación de las minas se hagan sin la protección del medio ambiente que es la mayor riqueza que le podemos dejar a nuestros descendientes. 

Así es la historia de este emblemático municipio, y de un pueblo que necesita de la preservación de sus recursos naturales para el bien de las futuras generaciones.


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